Autor: Juan Manuel Giménez Alba
 Instagram: @jmga90
 Twitter: @juanmag90

 

Sólo quedaban unas tres horas para plasmar la primera huella de la humanidad en Marte.

7 meses y 28 días habían pasado desde que abandonamos nuestro planeta y en apenas unas horas estaríamos tocando suelo marciano.

 Mi nombre es Kyle. Iba a ser el primer ser humano, junto a mis compañeros, en caminar por primera vez en un planeta diferente a la Tierra.

 Éramos cuatro tripulantes a bordo del BFR de SpaceX, que había puesto rumbo al lugar más lejano que haya enviado nunca un cohete a un ser vivo. 

Pese a haber pasado rigurosos exámenes médicos y psicológicos, habían sido siete meses muy duros, pero todo cambió cuando vimos aproximarse el planeta rojo. Nos sentimos renovados de fuerzas y tremendamente emocionados pensando en lo que se avecinaba. ¡Íbamos a ser nosotros! los primeros, los elegidos. 

Fue un aterrizaje muy duro y saltaron algunas alarmas, uno de los retrocohetes falló durante el descenso, pero se recuperó a tiempo. Nada grave. 

Una vez estabilizados y en suelo marciano, activamos todos los procedimientos de seguridad para abrir finalmente la esclusa y deslizar la escalera que nos llevaría hacia un hito histórico. 

Tuve el gran privilegio de ser el primero y mi huella al pisar la superficie, levantó algo de polvo rojizo a la vez que una irrefrenable lágrima descendía por mi rostro.

Estaba tremendamente emocionado al igual que mis compañeros que precediéndome, fueron bajando de la nave ordenadamente. 

Nos encontrábamos los cuatro celebrando la ceremonia de llegada, absolutamente eufóricos cuando de pronto, vimos a lo lejos una columna de polvo dirigiéndose hacia nosotros. 

No dábamos crédito a lo que estaba sucediendo. Dos inmensos róveres pararon a escasos metros y de ellos descendieron siete personas con unos trajes parecidos a los nuestros.

Estábamos paralizados sin saber que era lo que realmente estaba pasando cuando uno de ellos, comenzó a hablarnos a través de nuestras radios. 

—Bienvenidos a Marte. 

Se produjo un largo y tenso silencio antes de que aquel personaje continuase hablando. 

—Como veis, no sois los primeros humanos en este planeta. Fuimos enviados hace veintidós años en una misión secreta para explorar el planeta y poder comenzar a desarrollar un plan de colonización. 

—Pero, ¿por qué ocultar algo así a la humanidad? —dije, sin dar crédito todavía a lo que estaba sucediendo. 

—Era una misión sin retorno y habría sido un escándalo mundial tanto si hubiese fracasado, como si el mundo se hubiese enterado que la NASA enviaba seres humanos a una misión suicida a otro planeta. 

Hemos estado durante años construyendo, estudiando, desarrollando y explorando este mundo con la esperanza de que un día como hoy, la tecnología permitiese un billete de regreso a casa. 

No encontramos palabras para responder a aquellos valientes, pero los cuatro nos miramos y entendimos que nuestro compromiso a partir de aquel momento era más que la exploración, facilitar el retorno a casa de unos hombres y mujeres que habían sacrificado sus vidas todo aquel tiempo en pro de la ciencia.