Autor: Ricardo Fuentes – @onlyastrophoto
Me había quedado adormilado en mi puesto cuando, de repente, noté que comenzaba el descenso. Ya no tengo esa sensación de miedo, ni pienso que algo pueda acabar mal, simplemente espero el momento del golpeo contra el suelo. Una pequeña sacudida, como cuando tienes un pequeño accidente de coche en la ciudad, aunque ya hace tanto que no conduzco un coche… Tampoco me da pánico ver por la pequeña ventanilla la plataforma 2B destrozada, hace ya muchos años de aquel accidente. La rutina de salir de la cabina tras posarnos es lo más tedioso, pero aún así tengo que dar gracias que cada cierto tiempo vuelvo a la Tierra, poder ver a mis familiares y a los amigos que me quedan por allí. Aunque es un viaje de trabajo siempre hay tiempo para las visitas.
Sentado en el transfer, basado en el antiguo HyperLoop y que tarda más tiempo en ponerse en marcha que en hacer el recorrido de 6.7 km, pienso en otros que jamás han vuelto ni han podido despedirse de sus padres ni familiares. Posiblemente yo tampoco pueda, y disfruto de los pocos viajes que me permitan estar con ellos. Muchos jamás tuvieron intención de volver, otros ya han renunciado a ello y otros tantos ya no tienen ningún motivo para hacerlo. Los marcianos nunca conocerán el lugar de donde vinieron sus padres, simplemente será un pálido punto azul en el cielo y sus historias se escriben en Los Registros como los primeros nacidos en este árido planeta, que para ellos es su casa.
Menos de un centenar de personas tenemos el privilegio de hacer estos viajes, somos los astrofísicos, biólogos, ingenieros y geólogos responsables de todos y cada uno de los proyectos y experimentos que realizamos, tanto en la Colonia como en Superficie. Los primeros que vinieron construyeron nuestro hábitat e hicieron posible nuestra vida aquí, sus restos reposan bajo la escultura de homenaje a los Pioneros. Otros llegaron para poner todo en marcha y mantener el orden y ahora disfrutan de su merecido descanso en la Zona A.
Sigo maravillándome cada vez que bajo del transfer y diviso la cúpula de acceso a la Colonia, me sigue pareciendo algo asombroso que hayamos podido construir algo así únicamente para acceder al sistema de túneles donde vivimos, trabajamos y dormimos, pero luego pienso que ahí están todas las comunicaciones, los sistemas de soporte vital y los experimentos más avanzados, e incluso pienso que quizá se esté quedando un poco viejo.
Entro con mis 15 compañeros a la zona de aclimatación y por fin nos quitamos los trajes. Para mí es un alivio, aunque lo cierto es que no son nada incómodos. Nos despedimos y vamos cada uno a nuestros alojamientos. No todos coincidimos en el mismo túnel y no todos trabajamos en el mismo departamento pero nos vemos todos los días, al fin y al cabo no somos tantos aquí. Ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama y programo mis reuniones para mañana, felizmente comienza la rutina.
Este relato está escrito para el concurso de Relatos Cortos de Radio Skylab (programa 50) sobre Marte
Nota del administrador:
Gracias Ricardo por compartirlo con nosotros.